viernes, 25 de diciembre de 2015

2º CUENTO DE NAVIDAD... EL DEL ÁRBOL...

-401-

Había ocurrido ya cuatro veces.
Y según parecía, no sería la última vez. 
Mis ramas estaban maltrechas, las cintas se habían movido de su sitio y de las luces ya ni hablamos. 
Creo que no se podrían encender más… ¡Con lo bonito que lucí el primer día y lo orgulloso que me sentí en el nuevo rincón donde me habían depositado!. Me sentía cansado por tantas caídas imprevistas y… sí, allí estaban otra vez…

Los he visto deslizarse sigilosamente hacia la parte de atrás. Sé que lo tienen prohibido, se lo han dicho una y mil veces, pero ellos ni caso. Sobre todo uno, el pequeño, la tiene tomada conmigo… Pobre adorno roto… Una bolita de cristal de colores hecha añicos, y ellos sin mostrar el más mínimo deje de vergüenza o arrepentimiento… Tan campantes… Aquí están… olisquean mis ramas y después de un rato de contemplarme se dirigen hacia la parte más alta, intentando coger las más brillante para jugar. Se suben escalando por los pisos que forman mi cuerpo y se enredan con los lazos rojos y dorados…. La maceta ya no tiene casi tierra, no podrá soportar mi peso…

No…, no..., pierdo el equilibrio de nuevo, lo pierdo y voy cayendo profundamente, otra vez… 
Zaaas…!! 
Ya dí con mi cuerpo en el suelo, junto al sonido estruendoso de bolas rotas… ¡Qué pena !

De nuevo, con infinita paciencia, vuelven a colocar mi cuerpo maltrecho en su sitio…

Definitivamente no nos llevamos bien los gatos y los hermosos árboles de navidad… no… nunca nos llevaremos bien…

martes, 22 de diciembre de 2015

1º CUENTO DE NAVIDAD 2015

-400-

Era esa niebla densa la que envolvía como un abrigo sus sueños inútiles... 
Tanto pensar, tantos proyectos, tanto ruido y tantas nueces... Todo se vino abajo en una sola mañana. quedando el salón mojado, una vez que el fuego se apagó. ¡Malditas estufas viejas!!!

La habitación había quedado completamente en ruinas. Lo peor era la pérdida de los recuerdos, aquellos que podían palparse y sacar a la luz alguna que otra vez. Cuando los que habían estado en la mente, se borraban incomprensiblemente, siendo sustituidos unos detrás de otros. Las fotos, las cartas, los recortes de periódico, los documentos importantes que guardaba en uno de los cajones del aparador... 

Malditas estufas viejas... 

Lo único que le quedó fue el décimo de la lotería que le regalaron sus hijos hacía unos días. Precisamente por ello, lo había guardado en el bolsillo de su bata, para acariciarlo de vez en cuando, no porque pensara que iba a tocarle, sino porque había sido un regalo de ellos, uno de los escasos regalos que le llegaban ya... Ahora, era el único recuerdo físico que le quedaba... No sabía cuándo iba a poner en orden su vida otra vez. Todo parecía un caos...
La radio de su vecino se escuchaba desde el pasillo, ahora que la puerta de la casa la tenía abierta, esperando que aquel olor a humo se marchase directamente escaleras abajo y se fuera de su casa y de su vida para siempre. Pensaba que jamás lograría desprenderse del todo de aquel olor característico a recuerdos quemados... 

El sonsonete de las voces de los niños que cantaban la lotería de navidad se esparcía por los rellanos, con esa musiquilla con sabor a un pasado feliz, cuando se ponía el belén en su casa y los niños pequeños iban desenvolviendo las figuritas una a una: 
     
     - Aquí ponemos una oveja, papá... 
     - Yo coloco el puente ! 
     - A mí déjame poner a los pastores con su lumbre...

De pronto, el teléfono suena. regresando de golpe a la pesadilla...
     - Papá, papá...!!! Nos ha tocado la lotería, papá... El décimo que te regalamos ha salido premiado... Nos ha tocado el gordo, papá... ¿No dices nada??!!!

Esa niebla densa que envolvía como un abrigo sus sueños inútiles, de pronto, se convirtió en esperanza. La que le regaló de pronto, un golpe de suerte...


miércoles, 2 de diciembre de 2015

EL ÚLTIMO SOL DE LA TARDE...

-399-

Besar palabras sueltas, 
de renglones parados y giros de amor.
colores en la noche envuelta en poemas rotos, 
el frío se ha instalado en mis manos y no me deja salir...

Notas de calor, 
entre los colores del otoño,
majestuoso y cálido entre dorados 
bajo el último sol de la tarde.

Un reloj regala minutos nuevos, 
mientras envuelve el vaho la tiniebla 
sujeta a los sueños empezados...