miércoles, 24 de diciembre de 2014

ESPERANZA, CALOR Y SONRISAS... 2º Cuento de Navidad

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   - Buenos días...
   - Buenos días, ¿puedo ayudarle en algo?
  - Puede que sí. Desde la calle he podido ver este edificio grande y luminoso. Y creo que aquí encontraré lo que busco. Necesito adquirir varios regalos pero me gustaría que fueran personalizados.
  - Ha entrado en el lugar perfecto para ello. Tenemos toda clase de artículos para cubrir las necesidades de cualquiera. Sólo debe decirnos para quién irá dirigido. Edad, condición, personalidad, gustos, costumbres… y no se preocupe de más. Nosotros le proporcionaremos los mejores y más variados regalos. Originales o sencillos, las mejores ideas con los mejores precios.
  - Estupendo. Creo que nos entenderemos. En primer lugar necesito una ESPERANZA. Aquí enfrente, en la casa que no tiene cortinas, vive un joven sin futuro. Cada día del año, sale a patear las aceras en busca de un trabajo con el que poder llegar a fin de mes. Su optimismo merma por cada paso que da. Y cada día que pasa, sus manos van perdiendo la fe.
Un poco más arriba, hace días que una chimenea no se enciende. Allí vive una anciana solitaria, que se arrebuja entre sus ropas para no pasar frío por las noches. Quisiera un poco de CALOR de hogar para ella. Hace tiempo que no la visita nadie y la soledad le provoca espasmos de frío en el alma.
Cruzando la esquina, veo todos los días a un niño enfermo. Sus padres, en su desesperación, le ayudan a jugar en el parque que está al lado. Sus piernas no pueden sostenerle porque nació sin fuerzas, siempre va en una silla de ruedas. Necesito encontrar una SONRISA que ayude al niño a superar las deficiencias que le irá poniendo la vida por delante y a sus padres, para no decaer y entiendan que lo que tienen es un verdadero regalo.
  - Un momento, un momento… no siga. Creo que no nos hemos entendido. Aquí se compran artículos, complementos, gangas que necesites, pero son cosas materiales. Lo que usted precisa, no lo va a encontrar aquí.
 - ¿Por qué? Usted dijo que toda clase de artículos. Regalos que no encontraría en ningún lado. Usted me aseguró que no necesitaría visitar ningún otro lugar.
  - Sí… pero… yo no puedo venderle todo eso que usted pide. Usted lo que necesita son MILAGROS. Y esos ya hace mucho tiempo que dejaron de existir.
  - No lo creo. Aún existen personas, por lo tanto, aún existen los MILAGROS. Es tan poco lo que preciso y es tan barato que no entiendo que no puedan ser regalados. Verá: Al joven que patea la ciudad y necesita una ESPERANZA, sólo hay que darle ánimos, para que esa esperanza no desaparezca, para que cada mañana, cuando se levante, no pierda la fe de encontrar algo mejor. A la anciana que pide CALOR de hogar, una visita de vez en cuando, le proporcionaría ese regalo. Tan caro no es. Un minuto del tiempo regalado. Y la SONRISA para el niño y sus padres, es fácil de proporcionar, cada vez que alguien se cruce con ellos. Devolver la ESPERANZA, el CALOR y una SONRISA, no supone nada para el resto de las personas a los que nos sobran cosas materiales. Nos sobran tantas cosas, que no sabemos que también nos sobran otras que podemos compartir.
Compartamos ESPERANZA, CALOR Y SONRISAS.
Repartamos amor y amistad, regalemos tiempo y palabras bellas.
Demos música y poesía para engalanar nuestras vidas y con ello nuestras casas.
Ofrezcamos corazones y besos, campanas y canciones, risas y humor…

Aquel hombre salió de la tienda y dejó un halo de miles de luces a su paso. El dependiente y el resto de clientes que habían ido arremolinándose junto al mostrador, se miraban con estupor y asombro.
Cuando cada una de aquellas personas salió del establecimiento, contaron la historia a todos los que se encontraron, a sus familiares y amigos, a sus vecinos y compañeros de trabajo.

Aquella navidad fue mágica. Tal y como deberían ser todas las navidades. En aquella ciudad aquella lluvia de estrellas irreales perduró por años. Tan sólo por llevar en la memoria aquel cuento que convirtió en realidad los buenos propósitos que todos llevamos dentro y que por causas que aún no se han descubierto, jamás salen a la luz. Hagamos que, por una vez, no queden dentro, no se hielen ni se olviden. Encendamos esa chispa que nos anime y nos proporcionen las ganas y las fuerzas y salgamos a la calle para repartir las SONRISAS, EL CALOR Y LA ESPERANZA.

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