miércoles, 8 de enero de 2014

DAME TU MANO

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Dame tu mano, quiero ayudarte a ver la vida con mis ojos,
a través de mi mirada y los sueños...
Ven a mi lado y enséñame a amarte otra vez,
para ser tú, para estar dentro de tus pensamientos...

Por eso... sí, dame tu mano, contempla el horizonte,
comprueba que estemos en él, dándonos el uno al otro.
Miremos el cielo juntos y sepamos vivir como antes,
llenándonos de esperanzas.

Así que... sí, dame tu mano, no quiero caer al vacío...
necesito que me sostengas y me apoyes...
sin ti estoy perdida y sin fuerzas...
atrévete a tenerme sin reservas.

Definitivamente... sí, dame tu mano, voy a enseñarte
cómo cambiar mi gesto en sonrisas,
voy a mostrarte cómo llegar a mí...
vamos a cruzar juntos hacia mi casa, quiero que veas quién soy.
  

DÍA 33

- Día 33 -

Desde el día 13 de diciembre no salía a correr... son muchos días... muchas comidas, mucho sedentarismo... por eso no he podido llegar a los 5 Km. He hecho 4 km y me doy por satisfecha...El Edmundo se paró en 2 Km y algo y no sé qué pasó luego...
He revivido en mi memoria aquellos primeros días en los que iba con la lengua fuera... porque... al final iba con la lengua fuera... y resoplando que es peor!!!. No he querido forzar la maquinaria y he llevado un ritmo más lento pero eficaz... Me han adelantado hasta las señora mayores que van de paseo... pero no me ha importado. Lo importante es haber cogido otra vez las sensaciones de libertad que me van envolviendo... Me sigue gustando mucho el parque aunque ahora no tenga ese aire romántico del otoño. Se le ve un poco tristón, apagado, vacío... Los árboles no tiene ya ninguna hoja y no existe ese aire colorido que le daba ese aspecto tan vivo... No importa, sigue siendo mi Parque dormido... 

He creído ver a mi viejino de lejos, con el perro ese tan antipático que tiene... pero cuando me he acercado al señor en cuestión, he visto que no era él... El perro no era de la misma raza, pero igual de antipático: me ha ladrado, perseguido y enrabietado igualmente... 
De pronto se ha cruzado con otro perranco, un pastor alemán de pelo largo... que casi parecía un caballo... He debido de poner una cara de susto tan expresiva que el dueño del perro-caballo, se ha empezado a reír... sí, de mí... en el preciso momento en que he tropezado con mis propios pies (no había ni piedras, ni baldosines sueltos.. así que, sí, eran mis pies los que estaban en el medio...) y no he llegado al suelo de milagro... En fin... lo mío no son los perros-caballos, está claro... hasta el próximo día...