martes, 15 de octubre de 2013

EL TAROT

- 18 -

Levantó con una mano la carta que tenía más cerca de la maza. 

Correspondía a uno de los Arcanos Mayores, no sabía si decidiría su felicidad o su fortuna.

Tampoco le importaba mucho, no creía en ello, al menos no del todo. 

Su percepción de la vida, ver el color del áurea de las personas no ayudaba mucho. 

Ya la miraban con los ojos entornados cada vez que pasaba. 

La Torre, La Emperatriz, El Carro, El Colgado, La Muerte... sólo son cartas. 

A veces no representan nada. Otras pueden serlo todo. 

Aspiraba el recuerdo de su olor, había estado allí, hacía poco tiempo... todo le recordaba a él. 

Se desdibujaba en estelas por entre los susurros del viento, queriendo descifrar qué es lo que sentía. 

Por eso, levantó otra carta... la que podía darle la Esperanza, la Fortuna... o el Amor... en su rostro se dibujó una sonrisa de triunfo, por fin sabía a qué atenerse, con qué baza contar. 

Aquella carta... definitivamente, era SU CARTA.

AMIGOS (2)

- 17 -

(lo prometido es deuda...tercera entrega, continuación del relato 15)

Mientras estaban allí, en aquel coche, con aquella luz mortecina, sus labios la reclamaron y sus lenguas bailaron entre besos calientes y profundos; 

él la torturaba con latigazos de fuego y la encendía por dentro, mientras su propio cuerpo se tensaba y ardía sin remedio. 

La evidencia de su deseo era innegable, se alzaba orgulloso e implacable sólo con su pasión. 

El contacto entre los dos se volvía exigente y sensual, robándoles la capacidad de pensar... convirtiendo el deseo en ansia, en necesidad... 

Se aferró a sus hombros mientras él se tumbaba sobre ella, envolviéndola en su calor, extendiéndose por su cuerpo a oleadas, viajando por la sangre de él con intensidad. 

Ella le daba la bienvenida arqueando las caderas... 
Susurraba palabras roncas en medio del deseo que iban de su oído a su corazón... palabras que les hacían temblar... 

Los labios de él recorrieron el cuerpo de ella, presionando en su interior al mismo tiempo, hasta que lo albergó por completo rindiéndose. 

Ella no sabía lo vacía que había estado hasta que él la llenó, pronunciando su nombre en susurros rotos, siguiéndola hasta el paraíso... 

Entonces, en un estallido, sus cuerpos y sus mentes se esparcieron en mil pedazos...