sábado, 3 de mayo de 2014

RENACER DE NUEVO

- 209 -

Aún sin comprender el sentido que le da la vida, 
abría por primera vez los ojos y daba la bienvenida a la mañana. 

Con la ventana abierta de par en par para dejar que entrara a raudales el aire limpio 
Llevándose los sinsabores de la noche. 

Dando un paso hacia delante. Algunas veces, dos hacia atrás. 
Levantarse después de haber caído. 

Era un renacer nuevo. 
El segundo en poco tiempo. 
Tal vez, el definitivo. 

La brisa limpiaba sus lágrimas y provocaba su determinación a golpe del tiempo. 
Ese que, tal vez, todo lo cure. 

La música le recordaba horas pasadas, 
creando nuevos recuerdos y llevándoselo todo otra vez. 

Como una lluvia en otoño, esperando el claro del día. 
Con la esperanza en su corazón y la determinación de ser feliz. 


MARCELINO

-12-

Os voy a contar la historia de Marcelino:
Marcelino nació no hace mucho tiempo. Por lo que su vida no ha durado mucho.
Vivió una vida tranquila, donde no le faltó de nada. Tenía para comer todos los días, un bonito sitio donde pasear y disfrutar del tiempo. Compañeros y compañeras que le hacían la vida más fácil. Sobre todo las compañeras, con las que pudo mantener algún que otro "contacto", ya que éstas siempre estaban dispuestas para él. Con los compañeros no tuvo tanta suerte, porque Marcelino estaba lisiado. Tenía, de nacimiento, un problemilla en una de sus extremidades, por lo que renqueaba al caminar. Por eso, los demás no le tenían en buena estima, y siempre que podían le ponían la zancadilla, o le soltaban algún que otro "porrazo".
Pero lo llevaba con un arte y una gracia, propios de un tipo chulo y rechuploso.

Un día, sin saber cómo ni porqué, entraron en su casa, le cogieron por el cuello y se lo rebanaron sin más contemplación. Al cabo de un momento, estaba descuartizado y puesto a hervir en una olla. 
Porque Marcelino era un gallo de corral y su destino estaba escrito hacía mucho, mucho tiempo. Antes incluso de que saliera del cascarón. 
Su cojera nada tuvo que ver, fueron cosas de los hados del destino que dispusieron que más tarde o más temprano, Marcelino fuera el protagonista indiscutible de uno de los guisos más sabrosos de nuestra cocina: "El pollo en pipitoria".

DESPUÉS DE TANTO SOL

- 208 -

No puedo llegar más allá, hasta que el abismo entre nosotros se desdibuje y no sientas más la incomprensión que hemos quedado en el aire. 

Y la tarde, con su infinita paciencia, iba dando pinceladas de color, tan indiferente como tu mirada, tan cargada de extraños pensamientos.

El silencio se ha hecho eco de nuestros corazones, de tal manera que me aturde y me grita desde la otra parte.

Me quedé vacía después de haberme llenado tanto, me quedé sin ti, de repente, porque tu mente voló lejos

Se ha nublado el día después de tanto sol. 

Me he quedado sola en una calle triste, despuntando dos estrellas en el cielo y sintiendo el frío de tu despedida en mi espalda.