lunes, 24 de marzo de 2014

MI LIBERTAD

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En un momento querían quitarme la libertad. 
Me escapé. 
Me perdí. 
Salí a la calle a buscarla y la encontré...

Estaba donde siempre la había dejado dormida, entre los árboles y el rumor del viento que se convertía en ráfagas de furia en décimas de segundo.

Me confundía con ella, y quería cerrar los ojos para poder sentirla en todo su esplendor, parecía que me llenaba de ella, desde que aspiraba el aire frío y se colaba entre los poros de mi piel, hasta llegar a los latidos de esperanza que se deshacían entre lágrimas que se escapaban sin querer.

Las gotas de lluvia caían perezosamente de entre las ramas, al son de la música que se deslizaba entre las hojas y las pinceladas de aromas al color verde...

Me empapaba de esa majestuosa sensación multicolor, entreteniendo mis sentimientos para no pensar. 
Vaciaba mi alma al compás de las pisadas que iba dejando, ahondando las huellas de mi llanto mudo. 

Porque todo eso lo perdía, a medida que se acababa el tiempo y tenía que volver, debía regresar de mi segundo de libertad en el que podía ser yo; sola, entre mi mundo y la tierra. 

DÍA 48

DÍA 48

5 km en 32 minutos no está nada mal. 
El Parque era hoy un remanso de paz. 

Si, normalmente, no hay mucha gente, hoy no había nadie, salvo dos o tres personas paseando. A dos de ellas, las he doblado en la segunda vuelta. Cosa que me ha llenado de "orgullo y satisfacción" (como al rey).

Las sensaciones han sido inmejorables, y eso que pensé que no iba a conseguirlo después de la comilona de ayer en el campo: Esos choricillos a la brasa o el mogote ibérico a la barbacoa... Uhmmmm..... además de la patatera, y el tasajo de cabra que me vuelve loca.  Acompañado con un buen vinito blanco. De postre degustamos una perrunillas de mantecados recubiertas unas con almendras, otras con chocolate..., por lo que procedía regar aquello con un chorrito de "guiski" con coca-cola... 

Por eso pensé que hoy lo iba a pagar caro. No ha sido así. Creo que se debe al día tan especial que ha hecho. 
Esas gotitas de lluvia que caían de los árboles, el frescor del viento y las nubes que iban y venían por encima de mí. 
Como suelo ir por la hierba, las zapatillas han terminado mojadas y remojadas. Por eso ahora, los pies los tengo un poco congelados. Espero no resfriarme, pero habrá merecido la pena, ya que he disfrutado muchísimo. Hasta se me han hecho corto los 5 km. ¡Si no fuera porque parecía que los higadillos los iba a echar por la boca, hubiera seguido corriendo una hora más...!!!