viernes, 14 de marzo de 2014

PROPONGO

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La neblina se extingue y embellece ese rayito de luz que se cuela sin querer entre el amanecer y el sueño.... para tenerlo todo controlado y sopesar los problemas tal y cómo vengan... 
La luz, mortecina, se va tornando en tonos iridiscentes, incluso con calor cuando te pienso y comprendo que no va a cambiar nada...:

Te digo y te hablo, 
entre veladamente, entre los colores del arco iris... 

Pero te siento tan lejos que casi no te siento... y ese amor... el que yo creía, ese se difumina. Desaparece sin haber sido nunca... tal vez no quiero. 

No quiero que se extinga, pero agoniza a cada paso que da... 

Cuando te pienso que no te tengo como yo quisiera, cuando te tengo y no te siento como yo soñé... entonces es cuando creo que ya nada será como antes y no averiguo el próximo paso, la siguiente sombra con la que sentir, con la que crear, con la que soñar...

Por eso, dado el peso del tiempo, propongo:

no ejecutar los momentos, 
no alejar el ánimo al abismo, 
no llevar nada de más en la angustia de gastar 
esos minutos que tengo en la vida... 
 lo que venga vendrá...

Y si eres tú... 
Sí, 
tú... 
El que no lo sabe, (pero lo intuye)
el que no lo sospecha, (pero se acuerda)
el que se esconde, (porque no se atreve)
el que no cree, (pero sospecha)
el que no quiere, (pero no dice adiós)
el que no sospecha, (pero lo crea)
el que fue un día... y luego se fue... 
si fueras tú... 
Todo sería mucho mejor.  

DÍA 44

DÍA 44

33:50 minutos los 5 km. y todo por culpa de los millones de perros que había hoy en el Parque.
Yo lo entiendo, hace buen tiempo y los pobres necesitan corretear y jugar...
Pero... por qué vienen todos a mí? Qué les he hecho yo?. Los trescientos mil perros que hoy han decidido salir a pasear con sus amos, han venido a saludarme, gruñirme, olisquearme... y hacerme perder minutos de carrera.
Una de las veces, en las que yo iba a mi bola, tranquilamente, escuchando Metállica a todo gas, he observado que un perro, que no me llegaría más arriba de las rodillas, pero con cara de mala leche: la lengua colgando del lado izquierdo, un diente que le sobresalía del lado derecho, los ojos sanguinolentos y fijos en mi persona, gruñendo y respirando fuertemente, se acercaba de frente, con decisión y sin vacilar. El dueño hablando por el móvil, sin percatarse de mi cara de susto. Ese perro que se acercaba rápidamente, y yo, como es de suponer, me quedo paralizada, sin poder mover ni un músculo, pero que, instintivamente, la pierna derecha se sube hasta quedar la rodilla a la altura del pecho, la pierna izquierda se planta, tiesa como un palo, los brazos se me cruzan para posar las manos una en cada hombro... ¿os lo imagináis? Y supongo que los ojos abiertos de par en par de puro miedo. Y ese perro que, de repente, pasa de largo y ni se detiene, ni me mira siquiera... En un alarde de valentía, echo una miradita por encima de mi hombro y descubro que lo que quería el perro era ligarse a una perrita que estaba detrás de mí... Maldito chucho, el susto que me dio...!!!!.
Cuando, de repente, descubro al dueño riéndose abiertamente de mí... "si no hace nada", me dice. Y yo, todavía en aquella postura, con una pierna levantada, sólo se me ocurre soltar una patética risita...
Por eso, he perdido tiempo y no he conseguido un nuevo record. Después de aquello, cada vez que veía un perro, frenaba un poco la marcha y ponía cara de miedo, por si los dueños se percataban de mi sufrimiento y los llamaban o los obligaban a no corretear detrás de mí, o que me ignorasen por lo menos... Pero no tuve suerte, y los trescientos mil perros que por allí jugueteaban vinieron a saludarme uno por uno...