viernes, 26 de septiembre de 2014

AL DESPERTAR...


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Salía de vez en cuando a la superficie, aspiraba una bocanada de aire y volvía a sumergirme… como si fuera a ahogarme entre tantas palabras… 
La voz susurrante del viento, comenzaba a escucharse quedamente en el pasillo, se colaba entre las rendijas de una puerta desvencijada y mal encolada… El frío pasaba por todos los quicios de las ventanas llenando el espacio de vaho… 

De pronto, una sombra se coló entre los naranjos del patio, llegando a invadir parte del porche de la entrada. Yo me aposté detrás de los visillos para ver sin ser vista, expectante, con el corazón encerrado en un puño dentro del pecho y los latidos queriéndose salir de mi cuerpo, agarrotado entre el frío y el miedo… 

Mi grito mudo desgarró la noche. 

Se escuchó el estruendo del mar cuando moría entre las rocas y sentí que la vida se me llenaba de incertidumbre y pesar...

Pero al abrirse la puerta, entró a raudales el sol con su manto de luz y el calor de las miles de motas de polvo que cubrían los muebles… Una ráfaga mágica, como un rayo, despertó el hielo que me envolvía y sentí el hormigueo del despertar de mi piel, estremeciéndose al contacto con aquel cuerpo vivo que me abrazaba. 

Un beso, un cálido sabor en la boca, y todo volvió a ser como esperaba. Alcanzando de nuevo la esperanza, mi casa se llenó de color.

Transformándome de crisálida a mariposa, pude volar otra vez…