domingo, 4 de mayo de 2014

DESPEDIDA


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No tenía nada después de haberse ido. Nada la unía, separándola de todo. 
El reflejo de lo que fue, se fue difundiendo en el camino. 
Quedaba en su retina el paisaje de lo que dejaba atrás 
y un dolor  profundo se alojó en su estómago, dejando allí los latidos de su corazón.

No miraba atrás, ni vacilaba al andar. 
Quedaba en el olvido de su memoria, para cuando el olvido hiciera su presencia,
los colores que había pintado en torno a su vida. 
Ese espacio mágico que fuera su refugio, en un triste día en el que todo se acabó.

No tenía fuerza para mirar por última vez, ni abrazó esos cuerpos que se despedían, 
sólo miró hacia delante, sin tropezar, sin la duda en la escarcha del próximo invierno. 
Cuando todo aquello forme parte de su recuerdo, y las lágrimas dejen de fluir. 

Despedida y adiós. No sin antes haberse desgarrado su alma en el intento. 
Sólo son cosas que deja atrás, y sin embargo, 
fluye el grito en su silencio para que nadie sospeche su pena...