lunes, 17 de marzo de 2014

LA MÚSICA DEL AGUA

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Llegaba hasta mí la música del agua, aquella que bajaba y subía desde mi imaginación hasta los recuerdos...
 
Recorría infinidades de caminos y acababa por descansar en el fondo de mi cerebro.
 
Me envolvía entre mil sensaciones distintas, con su musicalidad y su ritmo; a veces con salpicaduras de pequeñas gotas que me lavaban la mente dejándome completamente serena.
 
Y seguía el agua cayendo pausadamente, seguía su cadencia rítmica y sus notas de calor. Adentrándose en mi cuerpo, llenándome de paz y de nuevas sensaciones.
 
Como si empezara de nuevo, como si una nueva ilusión se apoderara de mí.
 
Las emociones y el sentimiento de los colores que formaban parte de la caída de millones de aquellas gotas, convertían mi soledad en mágica luz. Renovándome y dejándome llena otra vez, con el recuerdo de tu voz y tu mirada en mí otra vez.
 

DÍA 45

DÍA 45

34:24 minutos los 5 km de esta tarde.
He corrido muy a gusto, no me he sentido mal en ningún momento.
Había calentado bien antes de salir de casa, y eso es lo que ha hecho que no sintiera ninguna molestia muscular. El único inconveniente ha sido quedarme sin música en la mitad del recorrido. Los auriculares han decidido, por su cuenta, estropearse y dejar de funcionar. En un primer momento, me ha molestado un poco. Me gusta ir escuchando música, me abstrae y me traslada a los mundos donde habita mi imaginación, y se me hace el trayecto más corto y ameno.
Pero, casualmente, no me ha disgustado, porque me he dado cuenta que los sonidos del Parque no son desagradables. Todo lo contrario.
 
Lo primero que he empezado a oír de cerca ha sido mi respiración.
La verdad es que respiro bastante fuerte y se escucha mucho. No me extraña que la gente se me quede mirando. Llevo, además, un ritmo de dos bocanadas aspirando, dos expirando con fuerza y el sonido muy alto...
Contrariamente a lo que yo creía, ya que pensé que las pisadas se escucharían mucho más...
Después me he quedado sorprendida al descubrir el sonido de las fuentes. Muy relajante y gratificador. El canto de los pájaros, el crujir de la hierba bajo mis zapatillas, la grava de los caminos... todo con su ritmo acompasado que llenaba de música mi esfuerzo y mi sudor.
 
He disfrutado mucho, y no he pensado en la cantidad indecente de comida y dulces que he degustado todo el fin de semana, debido a la celebración de mi cumpleaños. Porque hasta esta mañana, en el desayuno, que me he comido el último trozo de tarta, pensé que no iba a poder correr en condiciones, y sorprendentemente no he tenido ningún percance añadido!!!.
Cosa rara, porque ya sabemos lo dada que soy a los percances...