lunes, 1 de junio de 2015

ERA NOCHE CERRADA

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Era noche cerrada y los párpados se cosían entreverados y dispersos, 
esperando el bullicio del sueño que tardaba en llegar. 
La voz cansada del día se mezclaba entre los compases de aquella música monótona que me ofrecía la sinrazón. 
Entre nebulosas y lagrimeo se mecía el consuelo del llanto. 
Y ese fluir de gotas inexplicables desde mi mente hasta la almohada... 

Era noche cerrada y no quería venir el sueño. 
De tanto trabajarlo se perdía escondido en los setos de aquellos recuerdos vanos que volvían en forma de rayos inmediatos y fríos. 
Ese golpeteo en el pecho, ese mullir de estampas, aquellos que nunca quise desgarrar en voces rotas. 
El eco silencioso me calaba el alma, mientras esperaba el siguiente minuto que nunca se iba. 

Era noche cerrada y a tantos dardos de vida, todo parecía perdido o encharcado.
Y ya cuando creía que Morfeo me acunaba, un golpe de tos vibraba de nuevo en mi cuerpo, relegando todo ensayo a la condena de volver a empezar de nuevo.

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