martes, 24 de diciembre de 2013

EL MONASTERIO (1)

1

     Se escuchaban los cánticos a lo lejos, parecía un monasterio. Cuando se hizo el silencio, fue abrumador. No había sonido alguno que identificara ningún tipo de vida a lo largo de ese camino empedrado y sinuoso... no parecía llevar a ningún lado y de repente una puerta de rejas mohosas y llenas de herrumbre apareció en mitad de la vereda... 
   La reja estaba medio abierta e invitaba a pasar sin permiso a través de ella, para descubrir los secretos que escondía... 
     El monasterio se recortaba entre la luz opaca de la tarde que ya caía. Una neblina subía por entre los árboles, llenando de humedad y misterio el ambiente... El viento levantó algunas hojas esparcidas por la explanada de acceso al edificio... y el sonido de los pasos se escuchaban en los enlosados del piso a medida que se acercaba con temor hasta la puerta... 
     Cogió la aldaba con forma de garra, -extraño objeto para tratarse de una puerta de acceso a una casa religiosa-, y llamó queda y repetidamente. El eco retumbó en sus oídos al compás de los golpes a la madera de la puerta, y el silencio se repitió como una agonía que le llegaba hasta la garganta, cerrándola de pronto sin dejar salir a penas el aire... Hacía frío y lo sentía también en el alma.

     De pronto, unos pasos se escucharon amortiguados por la puerta, acercándose lentamente, y ésta empezó a abrirse poco a poco... como si una mano invisible la moviera. Dejando un resquicio por donde pudo pasar con algo de dificultad. 
      Una vez dentro y como con un resorte, la hoja de la puerta se cerró violentamente dejándolo encerrado, con el miedo atrapando sus entrañas como si de manos de hierro estuvieran hechos los dedos que lo apretaban... Su mente fría de pronto razonó y se dijo así mismo que había sido el viento el que había abierto la puerta y la había cerrado poco después... pero.. y ¿los pasos que escuchó?. ¿Y los cánticos? Se estaba dejando llevar por su imaginación y ésta no le dejaba pensar correctamente. 

      Fuera, las nubes se cerraron de pronto y una tormenta se desencadenó por momentos, empezando a llover con fuerza, haciendo que las gotas de agua rebotaran en las ventanas de las altas paredes. No tenía mucha visión, entre la noche que amenazaba por quedarse y el temporal, sólo se recortaban las figuras de lo que parecía una antigua iglesia... no había bancos, pero al fondo, en el centro, se levantaba un altar de piedra.

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