domingo, 8 de diciembre de 2013

EN DICIEMBRE

- 71 -

Es en las noches de diciembre, tan frías, cuando baja la niebla y nos cruza,
cuando las voces se vuelven lejanas si cantan, si susurran,
y los árboles se quedan helados, llenos de escarchas y perlas.

Es entonces, cuando siento el deseo latente del calor de una fogata,
su olor a madera, a hierba seca, a romero...
Empapándose mi piel en la calidez de puertas adentro,
mientras que en la calle se refleja el tiritar de las luces de colores...

Me gustaría que lloviera para tener el día completo, la noche perfecta...

Soñarte siempre, cuando estoy sola.
Sentirte en el pensamiento como una caricia,
que refleja el estado de la profunda añoranza,
queriendo volar atravesando los cristales del invierno.
No hay nada mejor que el calor cuando se tiene frio en el alma...
no hay nada mejor que el frio en la cara, para congelar las lágrimas...

Empiezo a buscarte en cuanto sale la primera estrella.
Dando vueltas y vueltas al mismo tramo del camino,
sin avanzar, no quiero avanzar...
Quedándonos dónde conocemos nuestras historias, aquí, entre las teclas.

Me es más fácil soñar cuando es diciembre.
Acumulándose deseos y pensamientos a partes iguales,
borrosos y a veces sin atisbo de realidad.

Sólo yo, que lo conozco.
Sólo tú, que lo sabes y lo intuyes.