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Cuando lleguen y me envuelvan,
cuando me aten las cuerdas del miedo.
Cuando no sepa si se abre una puerta y entra el viento.
Entonces es cuando se asentarán en mis decisiones.
Sin conocer el camino, ni por dónde pasar...
Ese frío que se cuela entre las rendijas de mi ventana,
que me roba y me despoja del poco calor que ya no tengo.
Se atesoran en mi corazón, dejando sólo el temblor en las manos,
haciéndose eco para ser uno, la voz y el pensamiento,
entre los huecos de las nubes de mi memoria.
Sin dejarme llevar más allá, no tengo dolor,
ya no, porque escalan muros que se ciernen ante mí.
Voy relajando el ritmo de mi vida.
Otra vez no, estando casi preparada.
Sintiendo temor cuando me quede sola.
Cuando te llame y tú no estés.
Cuando, después de haberte soñado tantas veces,
seas sólo vapor de humo que se desintegra.
Cuando te espere y no aparezcas, porque ya no existas,
entonces es cuando creeré que el amor es esperanza,
porque allí estaré, aunque tú no lo sepas.