miércoles, 27 de noviembre de 2013

NO ESCUCHO TU VOZ

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Como no escucho tu voz, no sé perfilar tu tono, no siento las palabras entre veladas, ni observo tus gestos cuando hablas.
Como no escucho tu voz, me confundo con las ideas, y no entiendo lo que dices, me enredo entre renglones y me pierdo en el margen del papel, sin saber si lo que dices tiene un sentido para mí.

Yo misma, no logro hacerme con los pensamientos que escapan hacia las teclas, a veces muy cortas de miras...
Porque, al observar después, me quedo vacía. Sé que no expreso lo que siento, podría decírtelo todo de otra manera.

Me da miedo descubrir que lo que intento plasmar con las letras, no llegue con fluidez a tu corazón...
Como si de una conversación deprisa se tratara, no leo entre líneas, porque no escucho tu voz y no sé si sabes...

Me gustaría poder esparcir las palabras entre nosotros y que se recogieran en el orden exacto que marcan mis latidos.
Porque a veces, no quiero decir lo que escribo, tal vez lo expresé mal, o no era el momento...

Parecía que mi corazón se desnudaba definitivamente... y al final, quedó en nada.
No escucho tu voz y me desconcierta, me confunde, me amarga y no me atrevo.
Quisiera poder liberar mis sentidos, mirarte a los ojos y escuchar por fin tu voz...

DÍA 29

- DÍA 29 -

He salido a correr sin mi compañero Edmundo. Se conoce que estos fríos no le sientan bien y estaba indigesto... En fin, no tengo pruebas documentales, pero los 5 km me los he chupado hoy en 30´53 minutos. OLÉ!!!! 
Es que hoy no me dolía nada: ni barriga, ni costado, ni cabeza, ni cadera, ni pies, ni nada. 
Empecé con un frío de mil demonios, pero a medida que fui cogiendo el ritmo, empecé también a disfrutar... 
Me he cruzado con gente nueva, la mayoría iban corriendo... otras andando. De los habituales sólo he visto a mi viejino, pero de lejos. Cuando yo llegaba, él se iba y no me ha visto... pero yo a él sí y no me explico cómo podía moverse... 
Llevaba lo que parecían 20 chambergos unos encima de otros, una bufanda, un gorro y sus zapatillas de cuadros de estar en casa. Un cuadro... Para que luego él se ría de mí todo lo que quiere de las pintas que yo llevo!!! Hombre ya!!. 

El suelo estaba lleno de hojas y es un peligro, la verdad. Sobre todo para las patosas, porque yo he resbalado con una y he estado a punto de “jocicar” (que ya expliqué en una ocasión que “jocicar” significa “llegar con el hocico -jocico en extremeño- al suelo”) y las piernas, en un arrebato de buen juicio, han sabido llegar a un acuerdo entre ellas y guardar correctamente el equilibrio y no dejarme caer. 
Lo peor de estas cosas, es que me da la risa, y yo tengo una risa muy escandalosa... y como iba con Metallica a tope, con los cascos puestos, no me he dado cuenta de que he soltado una carcajada, hasta que no he visto que los que pasaban por allí se tronchaban de la risa!!!. 
Al menos, era mi última vuelta y no he tenido que cruzarme con ellos otra vez... en fin, hasta el viernes!!!