miércoles, 12 de marzo de 2014

NO SÉ VIVIR

- 163 -

Las sombras aparecieron de repente, para llevarse lo que quedaba de mí.
No tenía nada, no tenía a nadie... sólo quería hundirme y dejar de respirar.

Ya no veo el horizonte, no veo nada delante de mí. Como si mi vida se hubiera terminado en este instante, y no existiera más allá de mañana.

No sé qué voy a hacer.
Me quedé sin alma y sin calor.

El miedo me derrumba porque mi vida gira en pos del viento de costado que me fuerza a caerme, a sucumbir y morir.
Por eso tirito, pero no es de frío.
Ya no tengo fuerzas. Mi mundo se ha roto.

Incertidumbre y caos.

Los días ya no los tengo, las noches son infinitas.
Un peso latente se posa en mi pecho, para dejarme sin aire y sin razón.

¿Qué va a ser de mí?

No soy nadie. No soy nada. No sé vivir.

DÍA 43

DÍA 43
No ha estado mal la tarde!!
Hacía meses (desde antes de Navidad) que no registraba tan buen tiempo, 32:52 minutos los 5 km.
 
Cada día que pasa me encuentro mejor, recuperando el tono y las fuerzas.
Supongo que, dentro de unas semanas, habré superado con creces mi récord, si los resfriados, contusiones y achaques varios lo permiten, claro.
Hoy no había mucha gente. Cosa rara... Pero me he reído  mucho.
 
Delante de mí corría una chica que yo no había visto nunca. Llevaba el ritmo al compás: es decir, la larga coleta, iba hacia los lados, flash, flash, flash... El mollete derecho, según el paso que daba subía, posh, el mollete izquierdo bajaba, posh, subía el derecho posh, bajaba el izquierdo posh... posh, posh... flash, flash... Vestía calzonas minúsculas, por lo que todos, y cuando digo todos, me refiero a TODOS los especímenes varones con los que se cruzaba, se volteaban para mirarla, junto con una media sonrisa en la cara y ojos entrecerrados...
A mí me hacía gracia, pero pensaba que tampoco era para tanto... Hasta que la adelanté y me fijé que el enorme pecho embutido en una mini camiseta también le iba al ritmo: pon, pon, pon... Entonces lo entendí... y empecé a reirme sin querer.
Para mi desgracia, y debido a la risa, una bocanada de bichos, que en ese momento, habían decidido invitarme a merendarlos, me interrumpió... tragándome la mitad otra vez... Espero que, por lo menos, tengan proteínas. Encima, estoy convencida de que, además de los bichillos de siempre, se coló algún que otro más grande, porque pude notarlo cuando me lo tragaba... puag...!!!. Eso me pasa por ir riéndome con la boca abierta de par en par... 
A la vuelta, cuando me volví a cruzar con la chica "acompasada" y rítmica, ya no iba corriendo. La pobre se había rendido e iba andando arengada y completamente exhausta. Con todo sus exhuberantes atributos lexos y caídos.... y con la cara colorada y sudorosa. En fín, ¡cómo todas! qué coile...