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Las
sombras aparecieron de repente, para llevarse lo que quedaba de mí.
No
tenía nada, no tenía a nadie... sólo quería hundirme y dejar de
respirar.
Ya
no veo el horizonte, no veo nada delante de mí. Como si mi vida se
hubiera terminado en este instante, y no existiera más allá de
mañana.
No
sé qué voy a hacer.
Me
quedé sin alma y sin calor.
El
miedo me derrumba porque mi vida gira en pos del viento de costado
que me fuerza a caerme, a sucumbir y morir.
Por
eso tirito, pero no es de frío.
Ya
no tengo fuerzas. Mi mundo se ha roto.
Incertidumbre
y caos.
Los
días ya no los tengo, las noches son infinitas.
Un
peso latente se posa en mi pecho, para dejarme sin aire y sin razón.
¿Qué
va a ser de mí?
No
soy nadie. No soy nada. No sé vivir.
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