lunes, 20 de octubre de 2014

PARA QUEDARTE UN RATO MÁS...

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Explosión de color. 
Ráfagas de aire en azul y dorado… 
como las notas de la música 
estallando al compás de mis ganas de sentir. 

Se rompió en mil trozos 
cada fragmento de ilusión 
desperdigándose en pos de un sueño, 
llenando con él la tarde que se escapa, 
a la espera de las luces del invierno.

El último rayo de sol, 
besándome en la piel, 
dejándome una estela de miles de ráfagas de gotas de lluvia, 
olvidadas en un recodo de mi mente, 
a la espera de tu compañía.

Escucho el susurro de tus pasos al llegar,  
con la mirada a lo largo de la calle, 
para ver cómo me llamas y sonríes. 
Cuando, por fin, me viene tu sombra 
en pos del claro de la noche 
y tu abrazo envuelve mis palabras, 
para quedarte conmigo un rato más, 
para ser conmigo un instante si quiera…



DÍA 78. Día 10 del año 2

DÍA 78
Día 10 del año 2 

Ahora mismo, acabo de enfadarme para siempre con mi primo Edmundo y le he mandado al carajo. A él y a la petarda que me hablaba de los kilómetros recorridos en el tiempo que fuera. Me la acaba de jugar otra vez y ya me harté. Ale, me buscaré otro sistema que vaya contando los pasos y me diga, esta vez con una voz como la de los marines de las pelis americanas, los metros que voy haciendo y los minutos que invierto en ello. Hombre ya…!!!. 
De todas formas, con Edmundo o sin él, hoy sólo he recorrido 3 km. porque el gemelo de la pierna derecha se ha puesto tonto y se me ha engarrotado. He tenido que parar y andar un poco a saltitos… Todo el mundo mirando, como siempre. Bueno, todo el mundo no, los tres o cuatro que andaban por allí, porque, como siempre, este parque está vacío. 
Con la tarde primaveral o veraniega que hace. Más bien veraniega. El calor era muy pegajoso, debido a que la hierba está tan verde y frondosa que no es normal en esta ciudad. No parece que peguen mucho, el color deslumbrante con el calor asfixiante, aunque rimen las palabras.

Las bandadas de bichillos estaban hoy por doquier. En cada tramo del camino, en cada recodo, en cada vereda, había un conjunto de bichos dispuestos a incordiarme. Y lo han conseguido, porque me he comido cientos y cientos de ellos. Me los he comido y los he aspirado también. Con el consiguiente picor infernal de fosas nasales… 
En fin. El miércoles esperemos que se me dé mejor.