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Soñando de fondo la claridad del
mar,
cuando el viento azota mi piel
despejando los pensamientos oscuros,
es
entonces cuando,
al abrirse el cielo en dos,
respiro la luz y la sal,
llenando
mi inquietud de verbos y frases
agolpándose en mi pecho a latidos de ilusión.
Es
un día en el que mi alma y mi piel se funden por fin,
soñando los grados de los
que carecía,
teniéndolos cada vez más cerca del estadio que me rodea.
Una
impronta a vida y sueños,
que recorre mi pensamiento más inmediato:
cerrando
puertas,
abriendo impulsos…
Estando viva,
queriéndolo todo,
extendiendo las
alas,
volando alto,
dejándome llevar...