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Nada es lo que parece.
Ni los sueños ni mis ilusiones.
Destapar la maquinaria de la
verdad y desnudar el pensamiento que recorre el espacio cercano a ti.
Sólo son expectativas.
Los sueños no siempre se hacen
realidad.
Abriendo los ojos para mirar el
ambarino de tus iris y preguntarme quién eres.
Nada es lo que parece.
Ni mis palabras ni las letras que
lo conforman.
Sólo una casualidad convierte la
realidad en razón para mí.
Y me trae el eco de tu voz a
través del hilo de la mañana,
envolviendo mi corazón en tiras
de gasa para no sangrar otra vez.
Nada es lo que parece porque todo
es confuso.
Esperar la nada en un espejo en
el que rebotan mis inquietudes.
Adelantándose a las
circunstancias, me crecen los latidos a intervalos,
entre el pulso de mis venas y el interrogante de tu mirada.
No podrías comprender mis retazos
del invierno,
ahora que el calor deriva entre
la gente cuando te busco.
Es tan complejo e imprevisible
que sin saber nada de ti,
quisiera conocerte en trazos.
Nada es lo que parece,
teniendo una oportunidad de abrazar
esos sentimientos encontrados que retengo,
pululando entre mis manos vacías.
Por una vez poder, en un segundo,
desentrañar esa tela de araña que me comunica sin palabras contigo.
Hacerte llegar el deseo de ver en
tus ojos una mirada diferente.
Salvando las distancias y
entrando en ese mundo paralelo que quiero conocer.
Nada es lo que parece,
y sin embargo... es todo lo que deseo.