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Trataba
de no llorar, pero era imposible,
las
lágrimas acudían a sus ojos sin que las hubiese llamado,
ya
nunca más estaría con él,
se
marchó...dejándola un vacío con su ausencia...
Recorría
el Parque una tarde más,
recordando
sus paseos, sus risas y juegos,
pensando
en él, parecía que la pena era menos,
que
la pena no pesaba tanto...
Sólo
era un perro...su perro,
enfermo,
viejo y cansado ya de la vida,
su
fiel amigo y compañero que ya no estaba,
para
ella, todo un mundo, que ahora se había roto.
Su
mirada se quedaba colgada en la lejanía,
fija
en el recuerdo y en su figura,
cuánto
recibió de él, cuánto le entregó,
entre
aquellos árboles ya nunca volverá a ser lo mismo.
Se
despedía a su manera de él,
mirando
en su interior aquellos ojos,
escuchando
sus ladridos de alegría, sus juegos,
sabiendo
que, en alguna parte, estaría con ella siempre...