DÍA 91
Día 23 del año 2
Me he levantado a las 8:00 h., he desayunado ligero para poder salir a correr a eso de las 9:00 h. Pero me he sentado en el sillón y me he dejado llevar hasta las 10:00 h...
Es cierto que mi sillón tiene una fuerza sobrehumana, que tiende a tirar de mí hacia dentro, hacia sus profundidades inapetentes y perezosas, haciendo que mi cuerpo se llene de languidez y apatía hacia todo ejercicio físico que se preste a arrebatarme de sus garras.
Pero al final, pudo mi fuerza de voluntad y me calcé las zapatillas, cogí las llaves y salí al Parque a correr.
Al principio, ese anquilosamiento perduraba. Me dolía la espalda, las piernas me pesaban y no me encontraba bien.
Cuando llevaba corriendo unos 2 km, empecé a pensar en positivo (las endorfinas hacen su trabajo, aunque no os lo creáis), y cuando me quise dar cuenta y analizar las dolencias varias de mi cuerpo, pude comprobar que no me dolía nada, que mis pies volaban por los caminos, que las pendientes no eran tan acusadas y que podría seguir hasta los 4 km propuestos.
En realidad he recorrido 4 km y medio y no he seguido porque me conozco y el próximo día, no podría con las zapatillas.
Al regresar por esas calles de Aguas Vivas, que siempre huelen tan bien, un olorcillo a tortilla de patatas recién hecha ha invadido mis pituitarias... Casi he sentido como se deslizaba por mi garganta, caliente aún, para llegar a mi estómago agradecido...
Un poco más adelante, el fishhh, fishhh... de una olla, me prometía nuevos aromas. Y no me han defraudado, olía a guiso de patatas con todos sus "sacramentos"...
Así da gusto salir de entre las fauces de mi sillón !!!