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Desparrama la tierra con la fuerza de esa lluvia que cae con furia, esa rabia que va tomando el camino entre los recovecos de mis sentimientos y el temblor de mi voz.
Al final no puedo y ahogo las palabras en la garganta.
No se oye el rumor de las ideas que van aflorando poco a poco, buscando su oportunidad. Cuando ya el tiempo se viene encima, cuando se pierde la esperanza de coger la valentía y abrir la ventana de una vez por todas.
Por eso, la fuerza de la desilusión se concentra en los puños con los que voy dando golpe a golpe, en cada paso. No consigo desconectar y evadirme del tiempo.
Para poder estar sola.
Espero que él llegue en algún momento y sigue sin aparecer. Me confunden las palabras y la agonía con que la música va apagando los sinsabores con los que me envuelvo.
No quiero responder.
Sintiendo las grietas a mi alrededor, la rabia se convierte en conformismo. Me encojo de hombros y dejo que la rutina me aísle y no me permita levantar más la mirada.