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Anochecía entre ese espacio que me iba dando la quietud
y el deshacer de nudos...
Entre la neblina de la tarde,
en esa hora blanca y sin aristas que nos envolvía...
Los abrazos y las palabras formaban parte del aire
que en un hálito nos dejaba sin aliento...
como entre un beso y el siguiente,
como entre las manos y los deseos...
Caminando entre piedras y luces,
atravesando la mágica luz de las farolas,
iluminando nuestros pasos mezclados con el tiempo y el calor...
Cruzamos la noche atravesando los sueños,
en esa libertad compartida,
con los lazos sujetos y la mirada cubierta...
Para estar y sentir en cada pulso de millones de latidos,
estremeciendo la piel y el sentimiento.
Cobijamos caricias pensadas en aras de nuestros cuerpos.
Etéreos y dormidos,
entre un cielo oscuro de una historia vivida a cada paso que damos,
escribiendo un nuevo final para nosotros...