DÍA 85
Día 17 del año 2
Me siento pletórica, fantástica, eufórica, alegre y con millones de endorfinas que me envuelven y me transportan hasta el infinito y más allá...
He salido a correr casi en el último momento, sin ganas. Como casi siempre.
Pero la tarde estaba un poco rara, como a mí me gusta. Corría un vientecillo helado que, sin proponérmelo, ha conseguido que en el primer kilómetro acelerase un poco más para entrar en calor.
Tampoco me daba la impresión de ir más rápido. Olía levemente a tierra mojada, y eso me daba alas, porque notaba que el cielo, en un momento de arranque, podría ponerse a llover. Por desgracia no ha sido así, pero cuando la voz zarrapastrosa me ha marcado el tiempo recorrido en ese primer kilómetro, no podía creerlo: 5 minutos, 38 segundos. Hacía mucho que no marcaba tan poco y lo más raro es que no sentía que hubiera hecho un gran esfuerzo. No obstante, decidí frenar un poco y aún así el segundo kilómetro, el más feo, lo he recorrido en 6 minutos y medio... Increíble. He terminado los 5 km en 32,59 minutos.
Diréis que vaya tontería, pero la verdad es que el esfuerzo vale la pena. Me da alas para seguir superándome a mí misma, y la carrera no se me ha hecho tan cuesta arriba como en otras ocasiones.
Lo peor ha sido un pequeño perro-lanas de color blanco, que se ha venido corriendo conmigo unos metros, y al ser tan pequeño ha pasado un par de veces por entre mis piernas provocando que casi aterrizara en el suelo. La dueña, como si nada, le ha llamado sin ninguna gana ni energía, por lo que el perro ni caso le ha hecho... Así que, en un momento, le he dado una patadina sin querer. No le he hecho daño, porque no se ha quejado, pero por lo menos me ha dejado en paz. Qué petardo de perro... grrrrr...
En fin... que no puedo estar más satisfecha. El viernes, más...!!!