martes, 17 de diciembre de 2013

PORQUE ERES, DE ALGUNA MANERA, YO...

- 79 -
(para mi hijo...)

En el momento de creer, 
sentí lo más grande en mi interior.
Mezclas de sensaciones y miedo,
el deseo de verte, de abrazarte 
y de tenerte por fin conmigo,
superando todo lo que conocía 
hasta ese momento...

El frío se convirtió en estación.
Diciembre era el mes más bonito del año,
me regalaba la vida.
Y al mirarte por primera vez,
tan pequeño, entre mis brazos, 
como parte de mí,
que ya no era parte.

Te habías transformado en sensaciones independientes,
que respiraba fuera de mí.
Tan deprisa, sin dolor, como si no fuera conmigo,
pero allí estabas tú... 
tan igual, tan parecido, tan mío.

Esa palabra que se queda pequeña en mis labios,
y que después ha ido desarrollándose en la vida,
creciendo, aprendiendo,
Un hombre ya, un niño siempre.

Hoy, igual que aquel día 
en el que me convertí en mujer,
con tantos miedos e inseguridades,
con tanto amor...
Para ti, porque formas parte de mi.
Para ti, porque eres, de alguna manera, yo.



EN EL PARQUE (5)


La gente que había en la cafetería le miró con curiosidad cuando se levantaron para irse. 
Era un hombre tan alto y atractivo, que estaba acostumbrado a que las miradas le rozaran siempre que se movía, pero ahora era consciente que su apariencia física era la razón de ello. 
Salieron a la calle, donde el sol, todavía alto, presagiaba un anochecer cálido y tranquilo. No sabía cómo alargar el tiempo con ella, no se habían más que contado lo más superficial de sus vidas, trabajo, rutina, el gusto por correr en el parque... quería saber más de ella, quién era en verdad, sus aspiraciones para el futuro, si estaba enamorada... 
Ella no sabía lo que Javier pensaba en ese momento, se le notaba distraído y le gustaría que él tuviera algo más que decir.

- ¿Te parece ir a comer algo y luego a tomar una copa? Aunque tal vez has quedado con alguien... Le preguntó a Isabel, inseguro de su respuesta.
- Estoy libre, ¡vamos!. Respondió ella, sonriéndole y mirándole a los ojos.

Sintiendo un alivio en su corazón, él sonrió a su vez y la tomó de la mano. 
Ella le miró con el asombro reflejado en su rostro, vacilando un segundo, para luego apretar sus dedos en torno a él.

- Está bien. No puedo esperar más. ¿Qué te pasó en la cara? Y ¿por qué llegaste tarde al Parque?. Preguntó Isabel, con la curiosidad asomando en sus ojos.

- Te lo contaré. Pero no es nada del otro mundo.-Contestó- Verás: tuve un accidente tonto al cruzar por una calle, esta mañana, casi me pilla un coche. Estuve todo el día en el hospital, estuvieron haciéndome pruebas, poniéndome puntos en la ceja y comprobando que no tenía ninguna costilla rota. Luego tuve que llegar a casa para cambiarme de ropa, por eso llegué tarde.

Aunque había estado muy convincente, ella notó algo extraño en aquello, una sensación de que, tal vez, no le estuviera diciendo toda la verdad, algo en su expresión revelaba que él escondía algo. No sabía qué... Pero pronto lo desechó de su mente, siempre había tenido una imaginación muy viva, y estaba encontrando misterios donde no los había.

Él se sintió aliviado, por el momento pensaba que la había engañado. Más tarde tendría la oportunidad de confiar en ella, y revelarle la verdad, aunque eso supondría que ella no querría saber nada de él cuando se enterara de cómo era su vida en realidad... 

Tomados de la mano, la noche los envolvió, haciendo que las horas pasaran tan deprisa que, cuando quisieron darse cuenta, era ya muy tarde. Él la acompañó a su casa, despidiéndose hasta el día siguiente, en que volverían a verse, en el Parque...