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No hay pasos, ni tierra...
no hay espinas que quitar.
Ni si quiera el viento que me daba en la cara...
No hay pasos, en cada palabra...
No tengo nada
y de poco sirve la amargura,
ni los brazos que me daban el calor,
no quiero lágrimas
que me llenen de vacío,
no tengo nada en cada sonido...
No hay sudor
ni calladas respuestas,
ni suspiros en la hierba
en esta primavera.
No hay notas de música
que me mezcle el dolor...
No hay sudor
sin esfuerzo que muere...
No sueño el cielo,
ni el rencor me visita,
ni la noche me aísla,
ni la vida me quema.
No quiero lágrimas
de latidos que no llegan.
No sueño el cielo oscuro,
esperando la luz del mañana.
Cuando los besos
se tornen en la magia de la risa.
Y se mezcle el color de tu mirada
en las llamas.
Cuando los besos
me cubran el cuerpo cansado
y tus manos acaricien mi alma...