sábado, 15 de febrero de 2014

EL MAR

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Empecé a andar sobre la arena, sentía la calidez subir desde la planta de mis pies hasta el centro de mi cuerpo... llenándome de calor. Un calor que iba haciendo mella en mi cerebro, derritiendo por momentos los pensamientos turbios. Avanzaba justo hacia el amanecer... sintiendo la brisa fresca correr por mi piel dejando surcos de escalofríos entre los poros, para chocar bruscamente entre mi pelo, quedándose enredados entre la cara...

Cuando sentí la primera sensación de frescor en mis pies, un aleteo de sentimientos se mezclaron con mis ansias de pertenecer a algún sitio, para dormir mis sueños en libertad. Era lo que estaba pasando, cuando el agua subió hasta mis caderas, en un vaivén sensual que me alejaba y me acercaba llegando a un ritmo candente entre la música de las olas y el olor a sal... 

La luz de la mañana me envolvía y me regalaba su libertad... Sintiendo el mar en mi cuerpo, por encima de mí, cuando di el paso final y me sumergí en la inmensidad de mi mundo interior... nadando a contracorriente, notando cómo se deslizaba entre mi piel, el agua salina y me dejaba ese regusto en la boca... 

Cuando el frío se adentró en mi cuerpo, salí a la superficie y respiré... Una bocanada de vida entró en mis pulmones, dejándome exhausta y profundamente cansada... Me deslicé hasta la orilla, y dejé que los tenues rayos de sol, secaran mi piel desnuda, mientras yo... en mi interior, me liberaba de mis angustias dejándome caer en el limbo vacío y blanco de mi extraña soledad, donde te espero cada día deseando que, por fin, me reclames como tuya.