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Tenía
los ojos profundos, donde la luz le llegaba a raudales, donde la
esperanza retenía los colores del arco iris como un viento, llenando
de notas de música su corazón.
La
ventana abierta dejó pasar las fragancias de la primavera que se
adelantaba... una corriente de calor calmó su ansiedad, curando sus
heridas... y por fin pudo escuchar el pulso de la vida...
No
había nada que temer y sin embargo tenía miedo, con una lucha
interior en la que se deshacía de todas las manchas que existían en
su mente, quedando sólo el brillo de una lámpara artificial.