martes, 10 de julio de 2018

Divagaciones


Comienzo a andar. Voy cogiendo ritmo, botella en mano. De pronto me doy cuenta que estoy ahí, en el suelo, sin poder despegarme de mis zapatillas:

-          Anda! No me había dado cuenta que siempre estás ahí.
-          Claro que sí. Dónde crees si no? que iba a poder escaparme?
-          Me gusta cuando llevo el sol detrás. Puedo admirar tu figura.
-          Te has dado cuenta que siempre es la misma?
-          En eso estaba pensando cuando te he visto. Eres mi yo joven y fuerte. Mi yo sin arrugas ni michelines. Eres mi yo más bonito.
-          No creas. No soy real. Ni siquiera tengo un cuerpo entero. Solo soy sombras.
-          Ya, pero mira, cuando te pones de perfil, veo la silueta de tu cara. Es la misma de siempre. Aquella que reconozco como mía. La que me gusta. Y la figura… Por ti no pasan los años, no tienes cansancio, ni sed.
-          Ainsss… no sabes lo que dices. No quieras parecerte a mí, nada más que lo necesario. Ahora te llevo de frente. Pero dentro de un rato, cuando llegues al puente de la Rotonda y des la vuelta, tendré que seguirte todo el camino. Eso ya no me gusta tanto. No puedo sentir esa sed, ni vislumbrar esos poemas que ya te rondan en la cabeza, con solo mirar un árbol o una hormiga. No quieras ser como yo. Siempre oscura, sin matices ni colores.
-          Bueno. Puede que tengas razón. Mira, en este momento doy la vuelta y ya estás a mi espalda. Es verdad. Es triste no poder tener libertad para volar. Tú que podrías, si se pudiera…  
-          Déjate de tanto pensar y aligera que a este paso no vas a llegar a ningún sitio…
-          Tséee.. mira que tener conversaciones con mi sombra y no tener nunca la misma opinión?… En fin. Anda, cállate ya  y no seas tan pesimista…