Comienzo a andar. Voy cogiendo ritmo, botella en mano. De pronto me doy
cuenta que estoy ahí, en el suelo, sin poder despegarme de mis zapatillas:
-
Anda! No me había dado cuenta que siempre estás
ahí.
-
Claro que sí. Dónde crees si no? que iba a poder
escaparme?
-
Me gusta cuando llevo el sol detrás. Puedo
admirar tu figura.
-
Te has dado cuenta que siempre es la misma?
-
En eso estaba pensando cuando te he visto. Eres
mi yo joven y fuerte. Mi yo sin arrugas ni michelines. Eres mi yo más bonito.
-
No creas. No soy real. Ni siquiera tengo un
cuerpo entero. Solo soy sombras.
-
Ya, pero mira, cuando te pones de perfil, veo la
silueta de tu cara. Es la misma de siempre. Aquella que reconozco como mía. La
que me gusta. Y la figura… Por ti no pasan los años, no tienes cansancio, ni
sed.
-
Ainsss… no sabes lo que dices. No quieras
parecerte a mí, nada más que lo necesario. Ahora te llevo de frente. Pero
dentro de un rato, cuando llegues al puente de la Rotonda y des la vuelta, tendré
que seguirte todo el camino. Eso ya no me gusta tanto. No puedo sentir esa sed,
ni vislumbrar esos poemas que ya te rondan en la cabeza, con solo mirar un
árbol o una hormiga. No quieras ser como yo. Siempre oscura, sin matices ni
colores.
-
Bueno. Puede que tengas razón. Mira, en este
momento doy la vuelta y ya estás a mi espalda. Es verdad. Es triste no poder
tener libertad para volar. Tú que podrías, si se pudiera…
-
Déjate de tanto pensar y aligera que a este paso
no vas a llegar a ningún sitio…
-
Tséee.. mira que tener conversaciones con mi
sombra y no tener nunca la misma opinión?… En fin. Anda, cállate ya y no seas tan pesimista…