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Corría
y sentía cómo una gota de sudor salado, resbalaba por el centro de
mi espina dorsal, perdiéndose entre los poros de mi espalda... Se
aceleraba la respiración y todo eran sensaciones mágicas...
Empezaba a llover, sólo unas pocas chispitas de agua que quedaban
envueltas en el ambiente, sin llegar ciertamente al suelo... Se
formaban a mi alrededor, mientras la música me llenaba y hacía que
la respiración jugara con mi pecho, exhalando, inspirando...
Una
corriente de aire frío, de vez en cuando, se cernía alrededor de mi
cuerpo, estremeciéndome la piel a cada paso...
No
existía nadie por allí, sólo mi pena y mi angustia que no
quisieron quedarse atrás... Por más que corría, no lograba
desprenderme de ellas... Un intenso pesar se alojó en mi corazón,
no permitiéndome respirar con libertad... era tanta la tristeza, que
el dolor ya no era físico...
Cuando
las lágrimas amenazaron con fluir de mis ojos, y todo fue más
intenso, como un peso que llevaba atenazándome, sin sentido, sin
razones, sin respuestas... fue cuando decidí parar allí, de golpe,
hasta que todo pasó, otra vez...
Logré
esconderlo de nuevo, dentro, muy dentro... para que no volviera a
amenazarme. Sintiéndome tan sola, que de repente lo noté clavado,
hiriéndome...
Logré
quedarme quieta, callada, con ese silencio que se para y no se
nota... como siempre, como todos los días... ofreciendo una cara que
no tengo, incluida la sonrisa perenne de mis labios...