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Era la hora de la mágica luz,
cuando la oscuridad venía a tapar el día,
y las luces lejanas ponían eco a los sueños.
Cuando el beso llegaba cansado y solitario,
y el amor sobrevolaba la ilusión de un beso más,
en ese estallido de chispas enérgicas
sobrevolando por encima de nuestras mentes.
Era la hora del crepúsculo azul,
tiñendo de negro el horizonte pálido.
Otro beso en el aire se lleva la sal de las lágrimas pasadas.
Borrando la angustia y descubriendo la vida,
Ese que envuelve la tierra en aroma de lluvia escondida.
Era la hora de pensamientos hermosos
en recónditos ambientes y apacibles sonidos.
Un beso húmedo y cálido,
se transforma en beso profundo.
Tan perfecto en su mensaje de esperanzas y promesas
creado para nosotros en la hora de la mágica luz...