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Aún sin comprender el sentido que le da la vida,
abría por primera vez los ojos y daba la bienvenida a la mañana.
Con la ventana abierta de par en par para dejar que entrara a raudales el aire limpio
Llevándose los sinsabores de la noche.
Dando un paso hacia delante. Algunas veces, dos hacia atrás.
Levantarse después de haber caído.
Era un renacer nuevo.
El segundo en poco tiempo.
Tal vez, el definitivo.
La brisa limpiaba sus lágrimas y provocaba su determinación a golpe del tiempo.
Ese que, tal vez, todo lo cure.
La música le recordaba horas pasadas,
creando nuevos recuerdos y llevándoselo todo otra vez.
Como una lluvia en otoño, esperando el claro del día.
Con la esperanza en su corazón y la determinación de ser feliz.