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Rozábamos la piel, tenuemente,
casi como un suspiro… mientras caminábamos juntos y nos mirábamos solapadamente…
Los sonidos de la noche nos envolvían entre el frescor y sus abrazos…
Cerraba
los ojos para querer sentir y sin querer sentía…
Así, un beso de ilusión, mezclaba
la verdad con los sueños.
Las luces iban y venían de entre nuestros labios. Para
crear de la nada, para abarcarlo todo.
Y cuando ya no se podía más, cuando la
cercanía nos rodeaba y sin más estallaban los latidos para darnos las sombras
entre unas palabras susurradas…
entonces abría los ojos y las palabras no
escritas danzaban ante mí. Sin sentido hoy, pero mañana podrían serlo todo…
Descubriéndole cada vez que me ofrece sus manos, bajo otra luz, entre piedras y
caminos…
Sabiendo que posiblemente no quiera ya otra manos…