- DÍA 29 -
He salido a
correr sin mi compañero Edmundo. Se conoce que estos fríos no le
sientan bien y estaba indigesto... En fin, no tengo pruebas
documentales, pero los 5 km me los he chupado hoy en 30´53 minutos.
OLÉ!!!!
Es que hoy no me dolía nada: ni barriga, ni costado, ni
cabeza, ni cadera, ni pies, ni nada.
Empecé con un frío de mil
demonios, pero a medida que fui cogiendo el ritmo, empecé también a disfrutar...
Me he cruzado con gente nueva, la mayoría iban
corriendo... otras andando. De los habituales sólo he visto a mi
viejino, pero de lejos. Cuando yo llegaba, él se iba y no me ha
visto... pero yo a él sí y no me explico cómo podía moverse...
Llevaba lo que parecían 20 chambergos unos encima de otros, una
bufanda, un gorro y sus zapatillas de cuadros de estar en casa. Un
cuadro... Para que luego él se ría de mí todo lo que quiere de las
pintas que yo llevo!!! Hombre ya!!.
El suelo estaba lleno de hojas y
es un peligro, la verdad. Sobre todo para las patosas, porque yo he
resbalado con una y he estado a punto de “jocicar” (que ya
expliqué en una ocasión que “jocicar” significa “llegar con
el hocico -jocico en extremeño- al suelo”) y las piernas, en un
arrebato de buen juicio, han sabido llegar a un acuerdo entre ellas y
guardar correctamente el equilibrio y no dejarme caer.
Lo peor de
estas cosas, es que me da la risa, y yo tengo una risa muy
escandalosa... y como iba con Metallica a tope, con los cascos
puestos, no me he dado cuenta de que he soltado una carcajada, hasta
que no he visto que los que pasaban por allí se tronchaban de la
risa!!!.
Al menos, era mi última vuelta y no he tenido que cruzarme
con ellos otra vez... en fin, hasta el viernes!!!
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