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Se vaciaba la tarde en esperas, tendiéndose la
brisa al compás de un atardecer atípico.
La luz que agraciaba las gotas de
lluvia, me envolvía en colores, cargadas de magia...
Un verde intenso bordeaba la
luz de tu mirada, los tonos del otoño se reflejaban en tus ojos y un viento
cargado de esperanza acunaba nuestros cuerpos ausentes.
Te esperaba en un largo
invierno. Cuando el tiempo no podía devolverme la risa ni los besos perdidos.
Vendiste tiempo, al tiempo que mecías entre
los brazos, mi refugio y descanso.
Con caricias y anhelos de aromas suaves a
primavera, ofreciste al ocaso las ganas de verte.
Y me perdí entre tus caricias encontrando un lugar seguro, en el cual se vaciaba la vida de segundos latidos.
Me
llenaste de vida cuando la noche engañaba a los sueños, regalándome el tiempo y
el fluir de tu sangre.