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Era una tarde como la de hoy en Cáceres, de principios de otoño, lluviosa, fresca, con el aire limpio... Ella le esperaba en la acera frente a su casa. Sólo eran amigos, no había pasado nada entre ellos, pero tenía perspectivas...
La ansiedad se traducía en un ligero palpitar que se extendía por todo el cuerpo, quedándose en su estómago a modo de incertidumbre...
De repente, allí estaba él, en su coche, con una sonrisa de bienvenida y un giro algo anhelante en sus ojos.
Se miraron. Ella se acomodó en el asiento de al lado:
- ¿Dónde vamos?.
- A tomar un café...
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