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La lluvia caía limpiando los retazos que iban dejando mis recuerdos de ti...
Ya no me producían escalofríos ni tu olor, ni tu sabor...
Los charcos que iba dejando el tiempo, mojaban mis botas en el camino.
Lo había recorrido largamente para llegar hasta aquí, ahora, cuando ya no quiero sentirte.
Es hora de dejarte marchar, es hora de no querer sentirte más...
el dolor se había instalado en mi corazón, y se deshacía lentamente en un último adiós.
Después de todo, todo vuelve a empezar, en un nuevo renacer... entre el agua y el viento, más limpia, más libre...
Quiero volar, quiero ser como esa nube que cruza el cielo, sin amargura, sin tristeza, poder llorar para limpiar el alma, como si el aire no llegara realmente a mis pulmones, ni el pulso bombardease continuamente mi corazón.
Como si éste se parara ahora, y no me dejara ninguna sensación, ninguna chispa que aumentase mis latidos.
Escucho la canción, subo el diapasón para poderla retener infinitamente en mi cerebro, mientras se desmigajan los pensamientos en miles de segmentos, cada uno con un color diferente y envolverme en ellos, elevando un grito libertador al cielo.
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