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El día que lo descubrí, no supe que el mundo que yo conocía dejaría de existir...
Al escuchar esa palabra, se hizo un vacío a mi alrededor, no quedó ni el aire para respirar. El suelo se me resquebrajó de un tirón, y empecé a caer... a caer...
Vino el dolor y la desesperación, se instaló en una parte de mi mente el color gris; y se iba extendiendo...
Mi cuerpo empezó a transformarse en alguien que no era yo, no me reconocía el espejo cuando quería verme: mi pelo, mi piel, mi pecho... ya no sería la misma...
No sé el tiempo que me llevó empezar a llenar otra vez de cosas, el espacio que había quedado dentro de mí.
Efectivamente, ya no era yo.
Era mejor, mi vida quería pintarse de colores... Estaba viva...
Entonces le vi... después de tanto tiempo.
No me sentía segura porque mi físico era otro.
No parecía la sombra de lo que fui. No me sentía completa... pero él me miró a los ojos y enseguida comprendí que me había descubierto detrás de la mirada, casi al instante, y sus manos tomaron las mías...
- “Te habría reconocido entre mil... nunca estuviste más hermosa que ahora”...(continuará)
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