- DÍA 27 -
Este Edmundo está como una cabra... resulta que ya tengo cogida la distancia a los 5 km. Y siempre hago el mismo recorrido, por lo que siempre será el mismo trayecto, digo yo... pues no.
Hoy, se conoce, que el parque ha encogido, porque en vez de acabar donde siempre, he terminado muchos más lejos... no se... me estaba dando la sensación que la música que iba escuchando iba como muy lenta.
Justo cuando he terminado y he parado a Edmundo, la música ha ido más deprisa... en fin, esta tecnología falla a veces, supongo.
Por otro lado, hay una chica, que corre también por el parque, que ya he visto un par de veces en estos días.
Tiene un cuerpo extraño, las caderas muy anchas y poco pecho. Lo que se llama “cuerpo de botella”, pero muy exagerado. El pelo rubio, muy, muy, muy largo, recogido en una coleta en la coronilla. Va siempre conjuntada en su atuendo para correr, las mallas negras, ajustadísimas, tan ajustadas que le hacían lorzas en los molletes del culo, el coletero negro, la camiseta rosa y negra... en fin, muy mona ella.
Corría delante de mí, y yo la veía, con esas lorzas, a un lado: uno, dos. Al otro: tres, cuatro... y esa coleta inmensa al compás: derecha (flash, flash), izquierda (flash, flash).
Corriendo como con las rodillas juntas y los pies hacia los lados (sí, así como cuando imitan los chicos a las chicas corriendo).
Los tres o cuatro viejinos que iban andando, todos a la vez, mirando para atrás, con los ojos saliendo de sus cuencas...
En fin, que ya no la vuelvo a ver hasta el final de mi recorrido, y me la encuentro desencajada, con los pelos alborotados, doblada, respirando entrecortadamente, sin aliento, y justo cuando he terminado y llegaba a su altura, así que la he ayudado un poco a recuperarse y ¡ya tengo una amiga nueva!!!
Me ha dado lástima, la pobre, porque me he acordado de mis primeros días...jejeje.
Hasta el viernes!
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