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Anduvo lentamente hacia
allí, sintiendo una aprensión en su pecho que antes no tenía. A
medida que avanzaba iba escuchando sus propios pasos retumbar en el
piso de piedra poniéndose cada vez más nervioso...Cuando lo tuvo al
alcance de su mano creyó entrever una sombra que, estática, parecía
que le observara desde el fondo de la nave, justo en el lado
contrario por dónde él había entrado... podría jurar que se oía
quedamente un leve estertor que provenía de aquella figura...
Su mente racional le
decía que era una simple estatua -al fin y al cabo, aquello parecía
una iglesia-. Pero su inquieta imaginación afirmaba fehacientemente
que aquello era un ser, si no de carne y hueso, sí respirando de
alguna manera...El aliento se le volvió
vaho, al transformar su valentía en miedo...
De pronto, aquella figura comenzó a avanzar hacia él deslizándose suavemente con un sinuoso y
leve movimiento. Parecía que flotaba...El temor paralizó sus
miembros, negando a sus piernas el más primitivo de sus instintos:
huir.
La figura se paró a
escasos metros de él, antes que alguna de aquellas altas ventanas
pudiera arrojar un atisbo de luz... La noche, de todas formas,
había ido tomando su sitio y las nubes impedían que la luna regalara algo de su claridad...
Cuando logró que sus
ojos se fijasen más atentamente en aquello, comprobó que, si bien
parecía que respiraba, no daba otras señales de vida... Aguzó la
vista para poder distinguir su rostro a través de las sombras.
Aquello parecía una mujer... con la suave silueta de su
cuerpo envuelta en una túnica blanquecina completamente destrozada,
con jirones de tela que envolvía unos pechos femeninos. Pero lo
verdaderamente siniestro eran sus ojos... o la falta de ellos, porque
aquel rostro estaba como vacío, sólo se apreciaban las cuencas
negras y profundas donde debieran estar sus glóbulos oculares, pareciendo mirarle fijamente sin ver, desde aquella cara pálida de
huesos prominentes, casi sin carne en sus mejillas, con los labios
formando una siniestra sonrisa... Una de sus manos descarnadas
apuntaron hacia una puerta lateral que no había visto hasta ese
momento, y que comenzó a abrirse tan lentamente que estuvo contando
los segundos de su vida, sintiendo el sudor frío recorriéndole la
nuca, bajando por su espalda y llenando de pánico su corazón
desbocado...
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