sábado, 21 de diciembre de 2013

REENCUENTRO

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Las nubes cubrían el cielo mientras te esperaba. La tarde se hizo noche muy pronto. Estábamos en diciembre y hacía frío en la calle. Las luces de la Navidad inundaban de color las fachadas y la gente pasaba por delante de mí sonriendo. Observé desde lejos cómo te envolvía la niebla mientras avanzabas hacia donde yo me encontraba, con las manos en los bolsillos del abrigo. Levantaste la mirada descubriendo mi sonrisa... y entonces tus ojos se iluminaron, y yo sentí que temblaba... Llegaste a mi lado en un segundo, en el que recorrí tu cuerpo con la mirada, queriendo abarcar todo para no olvidarte... Te estaba viendo después de tanto tiempo sin saber de ti... 
Ahora sí, mi mundo estaba entero, habías llegado, por fin, estabas aquí, conmigo, sin poder hablar, sólo mirándonos, como queriendo hundirnos cada uno en los ojos del otro y llenarnos mutuamente. No era así como yo te recordaba. El paso de los años habían cambiado un poco tu aspecto, pero allí, en ese hombre, estabas tú, de alguna manera. De igual forma te embebías así de mí, y de mis emociones... No sabíamos qué hacer. A fin de cuentas éramos dos desconocidos, que una vez sintieron algo, el primer amor, la niñez, la ilusión, el recuerdo... 
Todo empezó a florecer otra vez descargándose entre nosotros esa corriente eléctrica que hizo que el frío del invierno floreciera en cálido temblor... Nos fuimos acercando para besarnos como dos amigos que se encuentran, con los ojos conectados, fundidas las miradas, ahondándonos en nuestras almas... pero fuimos directos hacia los labios... sin pensar, siguiendo el camino que ambos deseábamos desde hacía tiempo. 
Siendo libres para besarnos, rozamos nuestros labios como una caricia, temblando, suspirando, cerrando los ojos para sentirlo mejor, más cerca... Tus brazos rodearon mi cintura atrayéndome hacia tu cuerpo, mis manos acariciaron tu nuca... y ese, nuestro primer beso, ahondó en nuestros corazones, se llenaron nuestras bocas con nuestros anhelos, mientras la fría lluvia nos mojaba y nos dejaba libres y perdidos...


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