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Llegó
un día con las manos en los bolsillos y una tímida sonrisa en su
cara...
Llegó
con el alma pura y los pensamientos encontrados...
Llegó
y no pudo quedarse porque tenía miedo al fracaso...
Se
fue porque no supo entender los mensajes que le llegaban encadenados,
se
fue cuando no descubrió los brazos abiertos, las manos llenas, los
besos en sus labios...
se
fue porque no quería estar solo, sin sombra y hastiado...
Luego
ya era tarde para todo.
La
vida siguió su curso, no se detuvo...
Llegado
el momento en el que el mundo gira otra vez alrededor de su órbita,
los
rayos del sol que se cuelan dejando escapar la luz,
hasta
que aparece entre la niebla otra vez...
con
tanta intensidad como antes, con todo su calor y su fuego...
sin
desaparecer del todo, aunque todo se lo llevó,
arrollándolo,
dejándolo atrás...
Cuando
comprendió el estado del caos era demasiado tarde,
ya
estaba todo destruido, no quedaba nada.
Ni
siquiera los rescoldos de aquellas brasas que un día fueran vida.
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