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A contracorriente, dejando atrás sueños e historias, la vida a medio camino sin mirar atrás. El día se mece entre el viento y las nubes, mientras la tarde se asienta en mi mente y me recuerda que debo seguir...
Anochece...
No quisiera tener más horas muertas en mi bolsillo, de esas que calladas te hieren y te desangran, no quisiera tenerlas cerca ni pararme a pensarlas.
Las luces se vuelven negras, amargas, sobresaliendo el frío que baña mi cuerpo, cada vez que no estás conmigo.
El recuerdo de una tarde entre el calor de tus brazos, adormece la noche en la que pienso tenerte, para no dejar el camino vacío, ni los instantes muertos.
Respirar el aire que te envuelve escuchando tus latidos, cierro los ojos y puedo sentirte a mi lado, porque ya no tengo miedo.
Desemboco en tus besos y tu aliento, cubriéndome de esperanza de encontrarte algún día, y volver a ser yo, sin más razón que yo misma, con el impulso que me brinda la seguridad de saber que pueda llegar a formar parte de ti, de alguna manera.
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