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Tan feliz como me sentía y cuando quise darme cuenta había pasado el momento, unas alas batiendo el aire, el ligero rumor de las gotas de agua, la risa tenue de mi vida en esta tarde.
Porque algo me falta y no sabía si esperar esos minutos o avanzar de una vez. Cada paso que daba me frenaba el sentimiento de decepción. Sin terminar lo que nunca empezó, sin dejar de vivirlo todavía.
Ahora es más vacío que antes. Llevándolo sobre mí, atisbándolo desde un lugar seguro, sin riesgos, sin lanzarse al abismo. Para saber qué hubiera ocurrido... Los "tal vez" murieron en mi boca, por eso me falta y me ata a ese nudo que se instala en la garganta, haciéndose cada vez más grande y no dejándome respirar.
Ahora está permanentemente en mí. Unas veces se deshace y creo que todo irá bien. Otras se atraviesa no dejando pasar el aire. Cierro los ojos y ya no siento nada. Se me rompe entre las lágrimas, las horas que ya no tengo, y el tiempo que se va acumulando. No llego, porque me falta.
Me falta. No sé qué es, ni entiendo cómo. Pero algo me falta.
Entraba a raudales y me llenaba. De la misma manera se iba y me dejaba vacía.
Es el tiempo que no permite asentar el poso de los momentos vividos. Cuando más cerca estaba, más lejos le sentía. Debo soñar otra vez, empezar de nuevo, como todos los días. No permitir el dolor, ni la desilusión, ni las sombras entre mis besos.
Dándolo todo y encontrando un muro que no quiero. Por eso me falta. Por eso me alejo. Nada es lo que parece, porque yo estoy confundida. Engañando a mis percepciones, lo que antes creía, ahora es humo.
Tan frío, tan distante. Me falta.
No quiero este sentimiento. Debo ir más allá, aunque me falta algo sin nombre ni forma. Sin definirse no tengo palabras para nombrarlo.
Y a pesar de todo, me falta.
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