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Cuando daban las doce dejaban de
escucharse los sonidos monocordes del búho…
No se oía el rumor del agua del
arroyo cercano, como si una mano invisible paralizara las gotas de agua, y todo
fuera quietud y misterio…
No llegaban los sonidos silenciosos del eco de las
pisadas que enfilaban por aquel sendero…tan oscuro y sinuoso como el mismo
paraje…
Daban las doce de la noche y era el silencio el que se imponía… como
también lo hacía el miedo que se agolpaba en su cerebro e impedía que pensara
con claridad… El sudor frío se quedaba pegado en su piel, junto con la sospecha
de saber que algo acechaba a su alrededor cobijado entre las sombras… algo que no
se atrevía a descubrir por miedo a saber la verdad…
Mientras avanzaba, iba notando
que una luz mortecina le envolvía lentamente. Una luz de un brillo acabado y
opaco que se iba cerniendo a su alrededor hasta casi asfixiarle, rodeándole por
completo y obligándole a avanzar por el camino hasta llegar a un claro donde se
bifurcaba en dos… Uno hacia un lado, el otro hacia el contrario…
La noche le seguía proporcionando
una tensión inmaculada, de esas que estallan dentro dejándole con las ideas
paralizadas.
Connotaciones que tenía su mente y que se formaban como gotas
acompasadas en la música de la lluvia otoñal…
Así eran sus sentimientos por
ella. Tan fríos y angostos…
Por eso ella ya no estaba… Tan lejos quedó su
recuerdo que simplemente se dejó ir… Y ahora, su figura se le antojaba como una
especie de sombra que le seguía a todas
partes, para recordarle su error…
Ella había amado tanto… que se quedó sin
latidos cuando entendió el vacío en el corazón de él… Y ahora, por eso vaga
entre las sombras.
Porque la busca para pedir perdón…
La busca para poder
descansar…
La busca para morir por ella otra vez…
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