(Poema del libro "Claroscuro de octubre" de Cora Ibáñez.
Ilustración de Adonay Kustanilló)
Aparece la media luz
y las palabras se desprenden,
hoja por hoja,
en ese susurro de formas
en los que damos silencio quieto
al beso del otoño.
Comunión de seres mágicos,
en el horizonte vespertino,
que nacen de susurros al viento,
entre colores ocres y naranjas,
cuando caen las letras barajadas
y se convierten en poemas.
Otoño de fuego fundido,
nostálgica música en color,
cuando el beso se posa y se agita,
y llueve con esa cadencia fina,
en ese latir despacio,
en el que llega la noche y nos mece.
El otoño con su aroma,
quietud, desafío, amor...
Se nublan las miradas,
se sobrecogen los sentimientos
en sueños llenos,
visiones terrosas
que se desgranan lentamente.
De repente es otoño,
y beso el aire que te forma en mis sueños,
cuando no te tengo cerca
desaparece tu halo de luz,
cae la mañana después de un nudo,
olor a limpio y tempestad.
El otoño con su beso,
ese beso que llega y se queda,
ni muere, ni se deforma,
regala su savia y nos desdibuja,
mezcla la vida y el amor
en esta noche tibia del otoño maduro...
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