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Miraba su piel suave entre las sábanas.
Sus manos la acariciaban como si fuera lo último que tocase.
Un deseo incontrolable se esparcía por los poros de su cuerpo desnudo, llenándolo de vida.
Con sus labios recorría su cuello y se perdió en el anhelo de su mirada...
Tan deseoso de placer como la suya...
Sus cuerpos se buscaban con ansiedad, percibiendo el fin de su camino.
Subían en deseo, bajaban jadeando, entraban y salían de su particular burbuja, sin que hubiera más que su pequeño mundo compartido...
De pronto, miles de rayos y estrellas se esparcieron entre los dos, cubriéndolos, arrollándolos, despojándose de todo los demás en un grito mutuo.
Ellos sólo existían para ellos.
Se miraron y comprendieron:
- Te quiero.
- Sí, yo también te quiero...
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