jueves, 21 de noviembre de 2013

AHORA SOY PARA MÍ

Caminaba por la calle y estaba oscuro...
mis pasos resonaban en el pavimento,
y solo se veían sombras.

Me encontraba solo y no sentía nada,
tal vez el peso de mis actos y mis pensamientos.

Los ojos vagaban por las paredes sin ver,
y sin embargo me sentía libre.

Pasó por mi cuerpo el escalofrío de la despedida,
la amargura que me brindó el adiós.
No fue un “hasta mañana”, fue un “hasta siempre”.

No quiero llorar, no quiero que se lo merezca.
Sus abrazos eran fríos y me alejaban poco a poco de mi pasado.

Estaba oscuro y caminaba solo,
y el aire que entraba en mis pulmones se volvía cada vez más pesado.

Hasta que mi mente se paró de pronto.
Sólo había sombras y no sentía nada.

Vaciándome lentamente de su recuerdo,
iba apoderándose de mí la esperanza y el calor.
Cruzando las manos intenté pedir volver a ser yo.

Empezó a entrar la fuerza en mis manos
y el valor se extendía por mis piernas obligándome a caminar.

Las luces del alba se encendieron en mi mente,
llenándolo todo de color, sabiendo que nunca más estaría solo,

por fin se desvaneció la noche y el día entró,
con su risa alejando de mí todo lo demás...

Ahora sí, ahora soy yo otra vez, ahora soy para mí.

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