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Tocar
tus hombros y oler tu cuello... Enterrar los labios en ese hueco
entre tu pecho y tu sonrisa... aspirar tu aroma, que imagino
profunda, a campo verde...
Respirando el mismo aire que tú, besando
quedamente con un leve roce tu piel, allí, en aquel punto latente de
tu cuello, recargarme de electricidad, mientras cierro los ojos para
no perderme nada...
Dejar vagar perezosamente las yemas de los dedos
por tu nuca y contraer los músculos de la garganta para no dejar
salir el susurro de mi voz pronunciando tu nombre...
Desaparecer entre
tus sueños, sin que lo adviertas, para poder probar tu sal... sin
saber que estoy allí, escondida entre mil sensaciones de colores...
entre tus pensamientos, deshaciendo los recuerdo que teníamos y regalándote otros nuevos... como si fuera real y pudiera, en
verdad, alcanzarte con las manos... suponiendo mis anhelos en tu
deseo...
Después, todo se vuelve niebla porque no conozco ese estado
de tu corazón... y me siento confundida ante la incertidumbre de no
saber más, de no encontrarte cuando despierto, por si sólo fueras
una sombra en la cierta consciencia de mi vida...
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